¡Alabado sea Jesucristo!

Todos hemos oído o dicho alguna vez "Que aburrida es la misa, voy por cumplir con una obligación, siempre es igual, de que sirve, que flojera, etc." pero realmente entendemos ¿qué es el sacrificio de la misa y porque deberíamos de asistir con amor?

¿Te has dado cuenta de que la misa es una representación "multimedia" de la resurrección de Jesucristo?

¿Te gustaría unirte con Cristo, la Virgen María, los Apóstoles y Mártires, los Santos, las almas de los fieles difuntos, y todos los ángeles para llevarle un regalo a Dios Padre, para ADORARLO, para pedirle ayuda en alguna necesidad, ¿para que te perdone tus pecados o para darle gracias de todo lo que te ha dado?

¿Te gustaría que hubiera paz en el mundo, que todos fuéramos tan unidos que el rico ayudara al pobre, el sano al enfermo, el libre al preso, el culto al analfabeto, los casados a las viudas, los que tienen padres a los huérfanos, el empresario al desempleado, como si fuéramos todos hermanos?

Claro que es aburrido irse a sentar a oír sermones que no fueron preparados, claro que da flojera soportar que se la pasen regañándote o que repitan las lecturas a la hora del sermón.

Pero eres TU el que puede hacer la misa diferente. Es tu espíritu el que tiene que cambiar tu manera de asistir a la misa, tienes que entenderla y participar de verdad y profundamente con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas

Por ejemplo, ¿sabes cuál es el punto más importante de la misa?

No, no es la consagración, tampoco el padre nuestro. Se llama el AMEN SOLEMNE o PER IPSUM, y es cuando el sacerdote levanta el pan y el cáliz al mismo tiempo y dice:

Por Cristo, con él y en él,
a ti Dios Padre omnipotente,
en la unidad del Espíritu Santo,
todo honor y toda gloria
por los siglos de los siglos.
Amen

A ESO VENIMOS A MISA y solo a eso. Vamos a entender por qué.

¿Qué le pasa a un cuerpo si le quitamos toda la sangre? Muere. Eso es exactamente lo que el sacerdote está levantando, la sangre en una mano y el cuerpo sin vida en la otra. Así lo dijo Jesús;

Hoc est enim Corpus meum = Éste es mi cuerpo

Hic est enim Calix Sanguinis mei = Éste es el cáliz de mi sangre

Entonces, durante la consagración (o hacer sagrado algo) Dios Padre santifica estas substancias con la efusión de su Espíritu Santo y a partir de ese momento ya no son pan y vino sino el cuerpo y sangre de nuestro Señor Jesucristo y EL es el único Sacrificio Santo, Hostia Inmaculada que es agradable a Dios.

A ESO VENIMOS A MISA, a ofrecernos en lo individual y en comunidad, junto con Cristo a Dios Padre, para adorarle, para reconocer su honor y gloria. Adorarle en Espíritu y Verdad

Jesús nos lo pidió claramente; "haced esto en conmemoración mía".

Sugerencia: La próxima vez que asistas a misa, únete con todo tu ser en este momento a Cristo en oblación al Padre y permanece de rodillas durante toda la oración eucarística (desde que el Sacerdote pone ambas manos sobre el pan y el cáliz hasta que termine este Amen solemne)

Escucha también como el sacerdote (que representa a Cristo en ese momento) se dirige a Dios Padre y pide por toda la iglesia en la tierra, por el Papa, por los Obispos y Sacerdotes, por los difuntos, y lo hace en unión con la Virgen María, los Apóstoles y Mártires, los Santos, y todos los ángeles.

Sugerencia: en este momento Únete a Cristo en su plegaria y conviértete en el sacerdote de tus difuntos, tus seres queridos y los sacerdotes y santos que conoces, mencionándolos en tu interior ante Dios nuestro Señor.

Ahora. Si tenemos en el altar el cuerpo sin vida separado de la sangre, ¿en qué momento se representa la resurrección?

Desafortunadamente, este momento glorioso pasa totalmente desapercibido. Es cuando el sacerdote nos pide que nos demos la paz, y mientras toda la concurrencia se está brindando una señal de paz, el sacerdote hace la fracción de la hostia y deposita un fragmento dentro del cáliz. La manifestación en la iglesia de la resurrección de Jesucristo es que la Paz sea con nosotros y entre nosotros

Sugerencia: La próxima vez que asistas a misa pon atención a este momento glorioso y permite a Jesús usar tus manos, tu corazón y tu cuerpo para llevarles a otros su Paz.

Finalmente llega otro momento glorioso en la misa y es el momento en que nos presentan cara a cara con nuestro Salvador, con Cristo Resucitado, y lo hace el sacerdote usando las mismas palabras que uso Juan el bautista al presentárselo a sus discípulos:

Éste es el Cordero de Dios (Ecce Agnus Dei) dice el sacerdote elevando ahora una sola fracción de pan partido (lastimado/herido) que como ya vimos anteriormente es CRISTO RESUCITADO.

Pero ¿por qué será que no nos ponemos a llorar de la emoción de ver a nuestro salvador o nos tiramos con la cara en el suelo de vergüenza? ¿Será que nos da pena que nos vean? ¿O será que no creemos lo que estamos oyendo? y mejor nos conformamos con una simple genuflexión de la rodilla.

¿Como no va a ser aburrida TU misa así, si no estabas consciente de lo que verdaderamente pasa en frente de ti o si no crees que allí, en frente de ti, están presentandole a Dios, al único y verdadero cordero que se utilizaba para el sacrificio. El cordero que TU llevaste a Dios y que el sacerdote presenta por ti.

Quizás nos sucede como aquellos que veían en la crucifixión al hombre y no al hijo de Dios.

Sugerencia: .........

Ahora a comulgar, solo si estas bautizado y en estado de gracia y quieres formar parte del cuerpo de Cristo que es la Iglesia, si estás dispuesto a aceptar el compromiso de salir lleno del Espíritu Santo y manifestarlo en tu casa, en la calle, en la oficina, en la escuela, en toda tu vida.

La comunión es eso, UN COMPROMISO PERSONAL de recibir a Cristo en nosotros para amar a los demás y amarlos no como nosotros los amamos, sino como Cristo los ama, es Cristo quien estará actuando y amando en nosotros, ya no seremos nosotros quienes vivamos, ¿será Cristo quien viva en nosotros y AQUI radica la necesidad de continuamente acercarnos a la misa y al alimento divino, para renovar nuestras fuerzas disminuidas continuamente por el pecado.

Sugerencia: La próxima vez que asistas a misa éntrale al compromiso con Cristo, examina tu vida y tus faltas de amor, confiesa los momentos en que te alejaste de Dios a un sacerdote y comulga para que renovados con la fuerza del alimento divino salgamos del templo entregando nuestra vida a los más pobres, a los enfermos, a los presos, a los analfabetas a los desempleados, a los sacerdotes, a tu familia, mostrándole al mundo cómo es el verdadero Amor, el Amor de Cristo al Padre, el Amor del Espíritu a su Iglesia, el Amor del Padre a ti.